La Lanza Rota by Nathan Long

La Lanza Rota by Nathan Long

autor:Nathan Long
La lengua: es
Format: mobi, epub
Tags: Fantasía
publicado: 2011-07-18T05:00:00+00:00


En la pared del túnel apareció una sombra muy distorsionada pero reconocible como de un hombre rata.

Reiner se quedó inmóvil, con el corazón acelerado. ¿Eran sus perseguidores?

¿Habrían dado un rodeo por algún otro túnel y l egado al í antes que el os? ¿Los esperaban para matarlos?

Pero entonces, la luz proyectó otra sombra junto al hombre rata. Esta vez era humana.

; —-¿Qué esto? —susurró Giano—. ¿Rata y hombre?

Reiner prefería no averiguarlo. Miró los pocos pasadizos laterales que se abrían en las paredes del túnel. ¿Habría algún modo de dar un rodeo? Lo dudaba; e incluso en caso de haberlo, ¿en cuál debían entrar? Podrían vagar eternamente perdidos por al í dentro. Si pudieran permitirse el lujo de esperar, quienquiera que les cerraba el paso tal vez se marcharía, pero no podían esperar. Los perseguidores podrían l egar por detrás en cualquier momento. Tenían que moverse.

Reiner se l evó un dedo a los labios e hizo a Giano y a Franka un gesto para que continuaran adelante. Avanzaron sigilosamente al tiempo que desenvainaban las armas y mantenían las enormes máquinas entre el os y la luz de las antorchas.

Reiner comenzó a oír dos voces que se alternaban, una siseante y otra atronadora.

Se detuvo. Habría podido jurar que reconocía la voz más grave. Unos pocos pasos más y la voz tronante se transformó en palabras.

—Os digo que no podéis esperar más. Debéis atacar en cuanto podáis. ¡Mañana si es posible!

Una fría serpiente de miedo comenzó a retorcerse dentro de las entrañas de Reiner. Era el comandante Volk Shaeder quien hablaba.

Le respondió una voz que parecía un cuchil o que raspara contra pizarra.

139

—Mañana no. Muchos días cortar de túnel skaven a túnel hombres. Máquinas de guerra no salir si no cortar.

Reiner casi se atragantó. Giano gruñía. Franka le puso una mano sobre un brazo y lo calmó.

—Pues no tenéis días —continuó Shaeder—. Mira. Esto lo encontraron en el burdel. Si Gutzmann lo viera, todo estaría perdido. ¡Debéis actuar antes de que os delate vuestro descuido!

La voz áspera siseó, nerviosa.

—Mis ejércitos no todos aquí. Sólo mitad fuerza.

—No debéis preocuparos por eso. El fuerte contará con poca defensa. Yo me aseguraré de eso.

Se produjo una pausa, y el hombre rata volvió a hablar.

—¿Esto engaño?

—¿Por qué te iba a engañar cuando los dos queremos lo mismo? Tú quieres Aulschweig como granero. Yo quiero el oro que le hemos enviado a Caspar. Lo único que se interpone en nuestro camino es Gutzmann y el fuerte. Luego me marcharé a Tilea con más oro del que tiene el hombre más rico de Altdorf, y tú tendrás siempre comida para tu pueblo.

El hombre rata casi canturreó la respuesta.

—Sí, sí. Granero, hombres esclavos para trabajar y hacernos fuertes con su carne.

Nosotros no más comer basura vosotros. Ahora nosotros hacer fuertes.

Reiner casi pudo oír cómo Shaeder se mordía la lengua.

—Un sueño grandioso, sin duda.

—Esto tú hacer —dijo el hombre rata—. Cerrar mina. Decir no segura. Nosotros cavar todo día y noche y día otra vez. Listo mañana por mañana.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.